Qué es mi lamento sino el silencio del viento
Mi dicha, voz de madre que regocija
Mi dicha, voz de madre que regocija
Estoy cansado de ver tantas palabras escritas
Estoy harto de sentirte tan lejana
y del tedio de mi cabeza
y del humo de las aceras
del frio sin abrigo que no termine molestándome.
De este amor tan odioso,
de este odio tan enamorado.
De la dicotomía, la ambiguedad, la malicia, la mentira, la estulticia, la rutina, la pasividad.
y a ratos, hasta la vida.
De no poder penetrar como las balas o los perfumes,
de que mis palabras no sean un virus, sino sólo palabras,
de seguir esperando, de seguir viendo caras mundanas
y seguir hablando y caminando y escuchando y leyendo palabras
y escupiendo palabras
y rayàndome el pelo y el paladar con palabras.
De verme tan lejos del fondo de la tierra, tan arraigado a la superficie que me limita y de que todo sea normal, programado, aburrido, abrumador.
O tal vez, como piensas tú, lo que me tiene harto es seguir haciendo esto mismo, nada.
1 comentario:
Ojalá, Calígine, ojalá me hubiese librado de las palabras. Pero me persiguen. Sin embargo no encontré (o no quise encontrar) nada que no tuviese ya antes, y sigo enredándome en las palabras, pero ya no me acuerdo...
Ya no me acuerdo..., ya no me acordaba, leerte es un pasado lejano, no lo ha sido, lo es.
Hace solo un ratito era presente, no importa. Ahorita lo está siendo, pero no escribo tan rápido.
Yo creo que todo es anormal. Incluso la normalidad. La-ar, sin h. Bah...
Mira, todo es muy raro. A veces más (muy[más]), a veces menos. Asdfghjklñ, ni me acuerdo ni me apetece acordarme. (¿De qué?)
Hmm...
«Sólo el que espera podrá encontrar lo inesperado».
Un abrazo desconocido, y si no lo es no me acuerdo, ya de-nada. (Muchas gracias).
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