Noche. Calle. Cuerpos. Frio. Ansias. Espera.
El escenario vacio se fue llenando con las mismas trés silabas, siete letras, una palabra..trés sílabas, siete letras, una palabra, sonidos articulados pronunciados por la multitud sedienta que clamaba a una voz el asesinato del silencio para aturdirse con las señales mágicas conocidas...la parafernalia, los gritos, la división evidente que el negocio de la música fomentó no impidió que las ondas transmitidas por las cuerdas vocales fueran más fuertes e invadieran descaradamente un espacio que los cuerpos no podían comprar, el mismo donde humo, sudor y letras se vendrían a juntar.
Luego salió el flaco al escenario, ese que era gigante en nuestras cabezas, inmenso al abrir la boca que empieza a construir el mundo en distintas tonalidades. Se volvería a ir dos o trés veces (qué importa) como dándole plazo a la lenta y eminente muerte gozosa de la multitud, él era el verdugo, sus músicos los jueces que nos condenaron y nos rasgaron de a poco la piel mientras con sus dedos acariciaban las cuerdas de las guitarras; puñaladas gentiles en el pecho cuando sus notas rozaban la melodia fatal, esa misma que horas después le pondria sello propio al genocidio en medio de la orgia de palabras que se ungian apasionadamente en el poco aire que habia.
Luego, más de lo mismo, sudor, amor. Prometo escribirte una canción. Calor. El viento a favor. La espera, lo que venía. Los acordes adecuados. "Las palabras..."
Ese fue el momento de descubrir la piel y dejar que los sonidos penetraran cada pedazo de carne, cada gota de sudor que resbalaba de este cuerpo, cada hueso, cada vértebra y partícula de sangre, cada sueño desnudo que se escurria entre el mar de palabras y el humo de gente en el aire. La chispa era la adecuada para hacer arder las masas combustibles sedientas de fuego, de gargantas afónicas, de un llanto necesario que limpiara la inagotable espera que invadia cada uno de los rostros. Finalmente, un canto, sólo un canto que unía miles de almas que subian al techo sólo porque habia uno, que luego, insertas en una especie de baile torpe, se desagarraban cada músculo de sus esperanzadas carnes bañadas en sudor, "Empapadas" decía alguien acertadamente, justo trés o cuatro (qué importa) horas antes del momento sublime, el climax, el canto, el llanto, cuando en la calle las cabezas impacientes se bañaban de lluvia, deseo y delirante expectativa, las palabras no fueron avispas entonces, las calles eran más bien una autopista al infierno o una escalera al cielo..La noche simplemente olía a ansias, a quien pudo ser quiero que seas tú y gotas de cerveza en las bocas para poder apostarle una vez más al rocknroll y limar las cuerdas vocales, enfermas de palabras fútiles y rutinarias que hoy adquirian un aliento nuevo, un soplo de vida más después de morir.... a tiempo.
"Existe, de hecho, jueces, una ley no escrita, sino innata, la cual no hemos aprendido, heredado, leido, sino que de la misma naturaleza la hemos agarrado, exprimido, apurado. Ley para la que no hemos sido educados, sino hechos; y en la que no hemos sido instruidos, sino empapados" CICERO
viernes, 16 de octubre de 2009
jueves, 1 de octubre de 2009
VentAna.
Empiezo por decir que este es el final o la mitad, no estoy seguro.
Me gusta siempre que me asomo por aquí, imagino el marco, el tiempo, un cielo azul y blanco, un viento verde. (un)
También hay un árbol, un eneseovocal y mi perfil que se asoma, dos ojos, dos orejas, dos rayas de piel que se encogen y se enroscan. (dos)
Normal, normal no es nada, normalmente se miente, normalmente se siente...No es más, es trés, es triste como el treintaytrés, virgen como el veintitres y que se me olvide decir ciprés. El mes, estrés, él es, crecer. (trés)
Aquí es donde suena el disparo. Y yo sigo asomando mi cara en el paisaje que inventé, en el cuadro que pinté.
Recapitulemos, a mi me gustan las palabras escritas en francés y me gusta cómo se dicen en italiano, pero no me sé ninguna.
Debo aprender a escapar, si, a escapar, a salir y volar. Debo volver a cantar. Debo un beso, un verso y un dedal.
Voy a ir a caminar entre el humo de terciopelo negro que fuma la luna.
Hoy no quiero tu cuerpo, sólo el frio y el éter.
Olvido que somos dos pero tú sólo una.
O creo O miento, no creo que mentir sea lo opuesto a creer, menos en Enero, pero yo que sé.
Me gusta siempre que me asomo por aquí, imagino el marco, el tiempo, un cielo azul y blanco, un viento verde. (un)
También hay un árbol, un eneseovocal y mi perfil que se asoma, dos ojos, dos orejas, dos rayas de piel que se encogen y se enroscan. (dos)
Normal, normal no es nada, normalmente se miente, normalmente se siente...No es más, es trés, es triste como el treintaytrés, virgen como el veintitres y que se me olvide decir ciprés. El mes, estrés, él es, crecer. (trés)
Aquí es donde suena el disparo. Y yo sigo asomando mi cara en el paisaje que inventé, en el cuadro que pinté.
Recapitulemos, a mi me gustan las palabras escritas en francés y me gusta cómo se dicen en italiano, pero no me sé ninguna.
Debo aprender a escapar, si, a escapar, a salir y volar. Debo volver a cantar. Debo un beso, un verso y un dedal.
Voy a ir a caminar entre el humo de terciopelo negro que fuma la luna.
Hoy no quiero tu cuerpo, sólo el frio y el éter.
Olvido que somos dos pero tú sólo una.
O creo O miento, no creo que mentir sea lo opuesto a creer, menos en Enero, pero yo que sé.
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