domingo, 13 de enero de 2008

Sombras marchítas I

Letras perdidas en el tiempo
Sombras frias que pasean audaces por mi pellejo.
Fragmentos de vida y olvido.
Recargo Vomito Respiro Sueño.
Ella, ella, enfermizaS.


Aún no acaba la música y ella sigue ahi, llenando el espacio, recorriendo la sala de lado a lado con su afán usual, llenando las pupilas de uno que otro distraido en una noche sin palabras, sin luz, sin aire, sin perfumes, una noche de sonidos donde la única constante para algún individuo es observar su silueta desplazarse ávida entre las sombras y las luces artificiales, disolverse rápidamente como el humo de su cigarrito mientras toca esa música de sordos que sólo su mente pudo poner a sonar. Ella, sin enterarse, baila sola el himno del observador, del vigilante, los acordes del silencio que colorean el recinto de su cabeza, ese lugar donde ella es la única razón de la noche, la única explicación a la postura de la luna sobre sus cabezas, la culpable de los perfumes que su danza ha inventado, la responsable de los sueños en una noche de desencanto, la culpable de la sonrisa que no hubo ni quiso dar. Pero nunca se enterarán sus ojos cubiertos de paz del nombre que no han querido preguntar, ya conoce su voz y ya su sombra fria lo ha golpeado, ya ha visto sus ojos, no una sino dos veces y ya sabe que es suficiente para decirle a ella, culpable de estas letras que algún pedazo de palabras rotas e inútiles le pertenecen.


Sus ojos, solo puedo hablar de sus ojos, nunca lo dije, nunca antes lo pensé, ahora lo recuerdo y lo sueño, puedo, hablar de sus ojos...sin color definido examinaban la habitación con ternura infantil, con llamas verdes ardiendo dentro..eternamente unidos con sus labios para expresar aprobación alguna, sus ojos audaces y frios individualistas con un lenguaje propio, hipócritas manipuladores escondidos en las sombras de su conjunto que apenas crece y así decidí dejarlo aquella noche última en que vi su nombre escrito en negro pálido bajo sus cejas y soñé con el la noche entera y aún me recuerdan las noches el msiterio de su ternura, de su nombre, de su voz, de sus ojos que conocen la luna.

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