lunes, 4 de mayo de 2009

Apología a la botella II

Hoy me emborracho
con vino o contigo,
con besos o vasos,
copas o versos,
és la botella o és tu cuerpo.

Ya no distingo
lo que quiero de lo que no debo,
por eso estoy casi siempre sordo
por eso cada vez más conmigo
y sueño más y vivo cada vez menos.

Pero bebo a destiempo
y esque está duro el cerebro
y dura la vida
lo que diga mi tiempo.

Un segundo en que muero,
cualquier minuto es un siglo
y cada uno un momento.


Aunque ella se vaya hoy
aunque ya no venga
y aunque siga sin entender mis letras
y otras cosas que no le interesan.

Yo sigo bebiendo,
no ciego,
no solo,
con la luna.
Mi compañera.


Los demás están de más, amor
y aunque no digas lo que sientes
y aunque no diga lo que quiero
aún habrá espacio entre los dos,
y nuevos dias para respirar
en tu aliento o en el verso
que nace de las ideas que inspiras.

Hoy combino denuevo el vino, con mi sangre
que escapa de mis poros para estar contigo,
la tinta con la que te escribo, sale de mi carne
y se mezcla con el vino tinto.
Que la botella sea su cuerpo, no es casual,
que beba de su boca, no es casual,
que escriba sobre lo que no importa, no es casual.

sábado, 2 de mayo de 2009

La Mar.

Tengo los ojos
colándose en la cuna del sol poniente,
pero más rojos,
acaso color carmín de los besos fuertes.

Ahora que cicatrizo
acompañando a mis segundos
apilados en el lecho, el techo,
y las esquinas de este mar
de poco trecho y sin embargo
hecho de papel, ceniza, humo y cal.

Mal, las espinas de las calles
no recuerdan mi refrán,
no recuerdan las palabras
que soñaba a cada paso
y creía desnudarlas
en los cuerpos que pasaban
o pintarlas con saliva en un portal,
En un lienzo, una mirada,
una acera, ¡un amalgama!
una ceiba, en la cadera de un puñal.

Que quedó de la reyerta
y ahora vómita sus deudas
con el color que ven mis ojos
reflejados en la sangre de beber
,sangre que no Vino hoy,
vacio vaso vacilante sin sabor.

Los ví en un espejo,
una noche de esas
en las que me veo como soy
salándome la luz en mi cabeza,
callándome mis gestos
solitariamente inutiles, inabarcables,
peregrinos, repudiables, sin sazón.

Mientras desvariaba la burbuja de su recuerdo,
el maldito perfume de la ceguera,
suavísima piel y lágrimas diáfanas
antaño fue, mi nombre era.

No recuerdo que decía
ni pretendo dar sentido a los sentidos
pero me quedan las letras todavía
y todavía no se nada de ellas,

Que lo que ven mis oidos
es lo que oye mi boca
y mis ojos, hablan más de lo que piensas,
son la melodia inmersa
de lo que hemos recorrido,
mis piernas, yo y el aire furtivo...

Y seguiré viéndome,
volvíendome reflejo
consumiéndome en apariencia,
arrancando los segundos
que se posan sobre mí
para ser lo que he de ser.

ojalá y los reflejos no existieran
más que en el agua inquieta de los charcos,
la saliva de tus labios, las miradas
y LA MAR.